El sereno era una persona que por las noches abría a los vecinos los edificios de la calle haciendo las veces de “portero nocturno”, salvaguardando además la seguridad de los barrios evitando altercados, avisando a los bomberos en caso de incendio y controlando el alumbrado público. Se cree que el primer cuerpo de serenos nació en Valencia por iniciativa del que era su alcalde entonces, Joaquí Fos en el año 1777, con intención de recolocar a los trabajadores de la industria de la pirotecnia que sufría una mala época debido a una prohibición de la fabricación y consumo de fuegos artificiales.
Su nombre proviene de que, los primeros serenos además de las funciones anteriormente descritas informaban de la hora y del tiempo al grito de “las doce en punto y lluviaaa”. En verano, como casi nunca llovía, lo que solían gritar era “las doce en punto y serenooo” y la gente de tanto oír su canto empezó a llamarles así para diferenciarlos de otro tipo de vigilantes.
Los requisitos para entrar a formar parte del Cuerpo de Serenos consistían en no tener antecedentes policiales, medir cinco pies de altura como mínimo (un metro y medio, la media española de la época), tener voz fuerte y clara y estar entre los 20 y 40 años de edad.
En principio iban uniformados con un capote gris (que después se cambiaría por un batín), gorra de plato e iban armados con una garrota o chuzo (un palo de madera acabado en una punta de hierro). Además, llevaban un silbato de bronce para poder avisar a las autoridades pertinentes en caso de altercado o incendio y para comunicarse entre ellos. Hubo un momento en el que llegaron a hacer sonar el silbato por cualquier situación, tuviera o no gravedad, así que la policía ante tanta alarma injustificada optó por no hacerles caso. De ahí viene la expresión “Te han tomado por el pito del sereno” que significa que no te toman en serio.