La minifalda lleva formando parte del armario femenino más de medio siglo y tras ella se esconde todo un camino de revolución, irreverencia y transgresión. Y es que la historia de la minifalda marcaría un antes y un después no solo en la moda, sino en el universo femenino, que vio en ella un instrumento de liberación y rebeldía ante los cánones establecidos.
De la silueta acampanada de Mary Quant, que huía de la rigidez imperante en Inglaterra, a la sofisticación parisina que emanaba de los diseños de Courrèges, la minifalda irrumpió en los años 60 transformando por completo el armario femenino y nunca lo ha abandonado.
Mientras en Inglaterra triunfaba Mary Quant con su estilo fresco, provocador y divertido, diseñadores franceses como Emanuel Ungaro, Pierre Cardin o André Courrèges reclamaban su sitio entre la encorsetada sofisticación francesa y experimentaban con patrones más juveniles. Fue este último quien creó en 1962 su versión de la falda corta y se atrevió a subir a las pasarelas parisinas una combinación de botas altas y minifalda, ante el horror de creadores consagrados, como Coco Chanel, que calificó a esa falda corta y recta, alejada del cuerpo, como "sencillamente, horrenda".