La guerra suele mostrar la peor cara de la humanidad, esa máquina perfecta que sólo crea muerte. Pero también, en esos momentos de adversidad, es cuando surgen personas que usan sus habilidades para el bien común y, entre tanta oscuridad, dan un poco de luz que genera esperanza.
Este es el caso de Anna Coleman Ladd, una artista norteamericana que, instalada en Europa, supo darles una solución a los soldados que volvían de combatir en la Primera Guerra Mundial con sus rostros completamente desfigurados.
Es que la joven mujer encontró una solución enorme para un gran problema. En el momento en que la cirugía plástica era incapaz de hacerlo, ella utilizó sus habilidades artísticas para crear máscaras faciales y devolverles la cara a aquellos combatientes que volvían con múltiples daños en el rostro, restituyendo así también su autoestima.